
28 Oct 5 cosas que debió enseñarte tu jefe
Te propongo un ejercicio. Echa la vista atrás y sitúate en tu primer día de trabajo en el primer trabajo que tuviste en tu carrera profesional. ¿Qué pasaba por tu cabeza? Seguro que cosas del estilo “¿qué tal será mi jefe?”, “¿sabré hacer el trabajo?” , “¿me llevaré bien con mis compañeros?”. El miedo a lo desconocido seguramente te estuvo dando la lata durante al menos las primeras horas o incluso los primeros días, pero sobre todo tenías la sensación de estar más perdido que un pulpo en un garaje, de estar completamente superado por el descontrol de no saber qué hacer, cómo hacerlo o con qué herramienta hacerlo…
Y ahí es donde interviene tu jefe. O mejor dicho, donde NO interviene tu jefe. Sí, es cierto, muy simpático, muy amable, tratando de hacerte parte del equipo cuanto antes. Pero… ¿te enseñó a trabajar durante esos primeros días / semanas / meses? No me refiero a decirte QUÉ tenías que hacer, ni a enseñarte tal o cual herramienta interna, ni a donde estaba el cuarto de baño (una de las primeras cosas que se deben aprender en un nuevo trabajo ;). Me refiero a que tu primer jefe tenía la obligación de enseñarte CÓMO trabajar, a tener hábitos de trabajo eficientes, a trabajar de manera inteligente y efectiva y no simplemente enseñarte a estar ocupado. Pero probablemente, ni él sabía hacerlo, con lo cual es imposible enseñar algo que desconoces.
Esta realidad, desgraciadamente, es mucho más habitual de lo que debería, pero tenemos que aceptar que, en general, a casi nadie nos han enseñado a trabajar, sino que hemos ido formando nuestra “modo de hacer las cosas” de manera autónoma, adoptando hábitos y comportamientos que, con toda nuestra buena voluntad pensábamos que nos iban a ayudar a ser profesionales muy eficientes.
Esta reflexión la hago siempre en mis cursos y talleres y un elevadísimo porcentaje de las 4000 personas que han pasado por ellos en los últimos 3 años coincide en que en lugar de enseñarles a trabajar, su primer jefe se limitó a darle instrucciones sobre lo que tenía que hacer pero no les dijeron cómo hacerlo de manera efectiva y productiva. Y es una pena porque todos hemos dicho alguna vez esa frase “es que yo lo hago así”, es decir, tenemos un determinado habito, costumbre o manera de trabajar, pero probablemente no es el hábito, costumbre o manera más eficiente.
Mi caso no es distinto, así que aquí van algunas ideas que me habría encantado que me contaran cuando empecé a trabajar y que mi primer jefe (ni nadie) me dijo:
- Apúntatelo todo: En lugar de tirar de memoria y apuntar sólo algunas cosas, acostúmbrate a recopilar todo aquello que pase por tu cabeza y a ponerlo a salvo de tu memoria. El cerebro no está hecho para recordar cosas, sino para pensar y crear, así que deja de usarlo como un mero disco duro para recordar cosas. Utiliza cualquier herramienta (desde un cuaderno a una app del móvil) para que cada vez algo capte tu atención seas capaz de apuntarlo inmediatamente. Mas tarde podrás volver sobre ello y decidir qué hacer (si es que hay que hacer algo).
- Esfuérzate por focalizar tu atención: Cuando trabajas concentrado las cosas salen mucho mejor, más rápido, con mas calidad, somos más creativos, más resolutivos, aprendemos antes…. Vamos, que todo es bueno, así que es necesario buscar esos momentos para estar concentrado haciendo determinadas tareas. Pon el foco en esa tarea, concéntrate en ella y en ninguna más y no permitas que nada te distraiga ni nadie te interrumpa durante ese ratito de concentración.
- Ten en cuenta tus biorritmos: Puedes hacer muchas cosas en un día pero ¿las estas haciendo en el mejor momento? Hay personas que están más activas a primera hora de la mañana, otros a media mañana, otros por las tarde o noches… Identifica cuáles son tus momentos de mayor energía a lo largo del día y trata de hacer en esos momentos aquellas tareas que te exijan más esfuerzo o que te cuesten mas. Conocer en qué momentos tu cabeza y tu cuerpo están más predispuestos a hacer determinadas tareas te ayudará a organizarte mejor y trabajar de manera más inteligente.
- Haz una lista de tareas indicando el contexto: El contexto es la persona, cosa, herramienta o lugar que necesitas para poder hacer una tarea y que si no la tienes, te imposibilita la realización de esa tarea. Por ejemplo, si estoy en la oficina y tengo que buscar información de una empresa en internet, para ello necesito el contexto “ordenador con conexión”. Si se cae el servidor, no puedo acceder a internet, con lo cual no puedo hacer esa tarea. Hay muchos contextos: “oficina”, “ordenador con /sin conexión”, “Juanito”, “concentrado”, “SAP”, “fuera de la oficina”, “casa”, “ internet”, “mail”, “teléfono” … Escribiré otro post más adelante sobre el tema porque creo que es clave para mejorar la eficiencia.
- Empieza el día trabajando en tus Tareas de Alto Impacto, es decir, esas tareas que son clave para conseguir tus objetivos, tus metas, tus resultados y que tienes que hacer sí o sí, y que si no haces, te irás a casa pensando “hoy no he hecho nada”. Son esas cosas que deberías hacer todos, todos, todos, todos, todos los días en primer lugar. Ahora bien, para ello, es imprescindible que se den las dos condiciones que acabamos de tratar: que tu nivel de energía sea alto y que tengas el contexto necesario.
Estoy seguro que si desde que estaba en pañales profesionalmente hablando me hubiesen contado estas cosas y hubiese cogido esos buenos hábitos, me habría ahorrado mucho tiempo, disgustos y errores. Pero bueno, nunca es tarde así que ¿a que esperas para ponerlos en practica?
Buen finde (y puente para los que lo tengáis)
Sorry, the comment form is closed at this time.